viernes, 1 de marzo de 2013

CISMA DE OCCIDENTE


 
A la muerte de Gregorio XI, acontecida en 1378 los cardenales el 8 de julio de 1378 eligen al italiano Bartolomeo de Prignano, futuro Urbano VI.
Pero  se llega  a la conclusión de que no ha sido una elección libre y es ilegal; se convoca  un nuevo cónclave, y sólo dos meses después, el 18 de septiembre, se elige un nuevo papa, Roberto de Ginebra, Clemente VII.  
El hecho divide a la cristiandad; Inglaterra y el imperio germánico se alinean con Urbano (Roma); Francia, Saboya, Escocia, Castilla y Portugal con Clemente (Avignon)
Producida la muerte de los protagonistas de la función, no por ello se resuelve el problema. A la de Urbano VI, acaecida el 15 de octubre de 1389, sus seguidores eligen a Bonifacio IX. A la de Clemente, acontecida en 1394, los suyos a Pedro de Luna el cual reina con el nombre de Benedicto XIII.
Curiosamente, y a pesar de suceder al Papa del partido francés, la corona francesa no verá con buenos ojos a nuestro aragonés y le presiona para que renuncie, a lo que Benedicto se niega como no dejará de hacer nunca. El sitio francés de 1403 sobre el palacio papal de Aviñón, obliga a Luna a abandonar la ciudad, hallando refugio en Nápoles. A estas alturas sólo cinco cardenales de veintidós y los reinos de Castilla, Aragón, Sicilia y Escocia le reconocen como cabeza de la Iglesia.
En la parte que hemos de calificar como legítima porque así es como la considera la Iglesia, pasan muchas cosas. Muerto Bonifacio IX el 1 de octubre de 1404, es elegido Cosino de Migliorati, Inocencio VII (1404-1406), que reina dos escasos años. Y a su muerte, Angelo Correr, que reina con el nombre de Gregorio XII (1406-1415), y es elegido con una condición: conseguir la renuncia de Benedicto XIII. Reunido con Luna en Savona, ambos papas no alcanzan solución alguna.

Concilio de Pisa

Al seguir sin resolverse el cisma, al rey de Francia no se le ocurre nada mejor que convocar un nuevo cónclave que celebrado el 25 de marzo del 1409 en Pisa: se depone tanto a Gregorio XII como a Benedicto XIII y se elige un nuevo Papa en la persona de Pedro Philargés, el cual toma el nombre de Alejandro V. 
Con lo que ya tenemos tres papas, a saber: Benedicto XIII, que “reina” desde Barcelona y luego desde Peñíscola; Gregorio XII, que lo hace desde Rímini; y el propio Alejandro V, que reina desde Pisa. Y por si todo ello fuera poco, la rápida muerte de Alejandro V en Bolonia obliga a nombrarle un sucesor, que elegido el 17 de mayo de 1410, no es otro que Baldassare Cossa. Tras elegir para reinar el nombre de Juan XXIII, toma Roma militarmente, y una vez en ella, hasta convoca un concilio, con la excusa de excomulgar al hereje John Wycliffe, pero que no tiene otra intención real que la de legitimarle en el trono.

Concilio de Constanza

Entra entonces en la escena un nuevo personaje, el Emperador Segismundo, el cual convoca un nuevo concilio, que se inicia el 1 de noviembre de 1414 en la ciudad alemana de Constanza. De los muchos papas reinantes, sólo acude Juan XXIII, quien tras enemistarse con el Emperador, emprende la huida disfrazado siendo arrestado el 29 de mayo de 1415. Por lo que hace a Gregorio XII, éste accede a emitir un decreto convocando el concilio de Constanza, con lo que lo legitima aunque sea a posteriori, y hasta a abdicar, cosa que hace el 4 de julio de 1415, allanando el camino a la solución. Gregorio XII, nombrado Obispo de Oporto y legado perpetuo de Ancona, morirá apenas dos años después, el 18 de octubre de 1417.
En cuanto a nuestro Benedicto XIII, se reúne en Perpiñán con el Emperador, el cual, aunque no consigue doblar su intransigencia, lo depone el 26 de julio de 1417. Sólo tres meses y medio después, el 11 de noviembre de 1417, se elige nuevo pontífice en la persona de Otto Colonna, el cual tomará el nombre de Martín V.
Con el finaliza el conflicto 

Un proceso de la historia de la Iglesia católica en el que, como hemos visto, varios papas se disputan la silla de Pedro y que dura, desde que en 1378 muere un Gregorio, Gregorio XI, hasta que en 1417, abdica otro, Gregorio XII, treinta y nueve años. Y que por otro lado, pone fin a otro proceso histórico importante, el que podemos denominar como del papado aviñón.

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